5 de junio de 2006

  • ¿Cuándo un hombre es un Masón?
    por Joseph Fort Newton

    Cuando puede examinar con cuidado los ríos, las colinas y el lejano horizonte con un sentimiento profundo de su propia pequeñez en el vasto esquema de las cosas y aún tener fe, esperanza y coraje, los cuales son las raíces de toda virtud.
    Cuando conoce que en el fondo de su corazón cada hombre es tan noble, tan vil, tan divino, tan diabólico y tan solitario como él mismo y busca conocer, perdonar y amar a su compañero.
    Cuando sabe como simpatizar con un hombre en sus tristezas y aun en sus pecados, conociendo que cada hombre pelea una dura batalla contra muchas desventajas.
    Cuando ha aprendido cómo hacer amigos y mantenerlos y sobre todo, cómo ser amigo consigo mismo.
    Cuando ama las flores, puede perseguir aves sin un arma y siente el escalofrío de una antigua diversión olvidada, cuando escucha la risa de un pequeño niño.
    Cuando puede ser feliz y orgulloso en medio de las infelicidades de la vida.
    Cuando los árboles coronados de estrellas y el reflejo de la luz del sol sobre las corrientes de agua lo seducen como la idea de una muy amada y anhelada muerte.
    Cuando ninguna voz de sufrimiento llega a sus oídos en vano y ninguna mano busca su ayuda sin respuesta.
    Cuando encuentra bondad en cada fe que ayuda a cualquier hombre a depender de las cosas divinas y a ver los significados majestuosos en la vida, sin interesar cuál pueda ser el nombre de esa fe.
    Cuando puede mirar un charco al lado del camino y ver algo más allá del barro y a la cara del más miserable mortal y ver más allá del pecado.
    Cuando sabe cómo orar, cómo amar y cómo esperar.
    Cuando ha mantenido la fe consigo mismo, con su Dios; en su mano una espada contra la maldad, en su corazón un pedazo de canción; feliz por vivir, pero no temeroso de morir!
    Este hombre ha encontrado el único secreto de la Masonería y el único que debe tratar de dar a todo el mundo

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