30 de abril de 2006

BREVE HISTORIA DE LA MASONERÍA ESPAÑOLA - PARTE 3

En los albores del siglo XX
Tras la crisis masónica finisecular, con el comienzo del siglo XX, en 1900, puede decirse que las únicas organizaciones masónicas formales que había en España eran el Grande Oriente Español, con su sede en Madrid, y la Gran Logia Regional Catalana Balear, con sede en Barcelona, habiendo desaparecido o dejado de existir todas las demás. Entre ambas masonerías se estableció, en 1903, un pacto de amistad y mutuo reconocimiento.

Este pacto fue cumplido estrictamente por ambas partes hasta la muerte de Morayta en 1917 cuando el Grande Oriente Español constituyó logias en Barcelona rompiendo las cláusulas del pacto. Como reacción la Gran Logia Regional Catalana Balear, en 1920, extendió su jurisdicción a todo el territorio de España y asumió el título de Gran Logia Española, integrada a partir de 1921 en la Asociación Masónica Internacional de Ginebra.

A partir de este momento y hasta la guerra civil de 1936 las dos únicas obediencias de importancia en España serán el Grande Oriente Español, y la Gran Logia Española, de la que posteriormente se separarían algunas logias desidentes constituyendo la Gran Logia Unida, que apenas tuvo importancia, y que, en 1931, estaba integrada por tan sólo once logias.

También hubo, desde Barcelona un breve y fallido intento de resucitar el Grande Oriente de España, y en Canarias se constituyó, en 1922, una Gran Logia de Canarias, que acabaría, en 1926, auspiciándose a la Gran Logia Española.

Entre 1927 y 1936 se calculan 33 logias y 10 triángulos en la Regional Centro; 14 logias y 8 triángulos en la Noroeste; 25 y 5 en la Nordeste; 11 y 5 en la Levante; 63 y 32 en la Mediodía; 10 y 2 en la Sudeste; 10 logias en la Hispano Argentina; y 10 y 2 en la de Marruecos. Lo que da un total de 175 logias y 64 triángulos.

A partir de 1930, con la caída de la dictadura, se inicia un nuevo período de euforia masónica que culminará en 1933 para luego iniciar cierta recesión, más apreciable en el número de miembros que en el de logias, debida en gran medida a las campañas de la CEDA y de Falange Española en contra de la masonería.

Entre 1900 y 1936 se contabilizan 229 logias a las que habría que añadir 64 triángulos. El total de talleres masónicos, en teoría, se sitúa, pues, en 293. Sin embargo estas cifras son muy aleatorias y solamente tienen un valor aproximado, tanto por los vacíos documentales como por la propia dinámica de transformación de triángulos en logias, fusión y desaparición de logias, etc. En cuanto al número de miembros, no parece que superaron los 5.000 ni siquiera en el momento de mayor auge y esplendor como fue la segunda República.

Por lo que respecta a la otra obediencia, la Catalana-Balear, alcanzó su mayor desarrollo al transformarse en 1921 en Gran Logia Española. En 1922 eran solamente 10 logias. Diez años más tarde eran ya 41, a las que hay que añadir las 8 que formaban la Gran Logia de Canarias, y otras 11 disidentes de la Gran Logia Española, y que por aquel entonces constituyeron una pequeña, en importancia y duración, Gran Logia Unida.

Con la sublevación militar de Franco, la masonería fue aniquilada en la llamada zona nacional, refugiándose los masones supervivientes en el territorio republicano o en el extranjero. Como la masonería se adhirió desde el primer momento de la guerra a la República Española, se vio obligada a seguir la suerte de ésta. Una de las últimas noticias, fechada el 1.° de marzo de 1939 cierra con su elocuencia dramática, el ciclo de la guerra. Se trata del salvoconducto dirigido a todos los Talleres y masones regulares esparcidos por la superficie de la tierra, en el que se decía lo siguiente:

SABED: Que en el día de la fecha y en atención a las causas que justifican el estado presente de la España liberal, perseguida por el triunfo de las fuerzas enemigas, la Francmasonería Española se ve obligada a abandonar su país, y espera que todos prestéis la ayuda moral y material a vuestros Hermanos que, en el exilio forzoso, no dudan recibir de vosotros.

Esta "plancha de viaje", como se lee en el documento en cuestión, está firmada por las dos obediencias existentes entonces en España: el Gran Oriente Español, y la Gran Logia Española.


Un año después, el 1.° de marzo de 1940, con la promulgación de la Ley de Represión de masonería y comunismo se iniciaba otra etapa: la del total exterminio de la masonería por parte de los vencedores.

Tras éste período hay un “impasse” de represión hasta por lo menos el año 1975 con la muerte del dictador, con una masonería en el exilio, y la reposición de la época democrática, en el caso de la masonería se trata de 1977 según los escritos que figuran con la reposición del GOE, pero se trata de la historia moderna hasta la actualidad. Y el panorama actual es motivo de otra entrada.
BREVE HISTORIA DE LA MASONERÍA ESPAÑOLA - PARTE 2

PERIODO 1850-1900 Y LOS VARIOS ORIENTES

El Grande Oriente Lusitano Unido [GOLU]
El Grande Oriente Lusitano en 1868, transformado en Grande Oriente Lusitano Unido en 1869, con sede en Lisboa, fue una de las obediencias masónicas que más influyó en la difusión de la masonería en España a raíz de la revolución de 1868 y subsiguiente Constitución liberal de 1869. Entre 1868 y finales del siglo XIX son un total de 83 las logias españolas que dependerán de Lisboa. Logias que, ante la anarquía masónica existente en España derivada de la rivalidad de obediencias, eran las únicas que se consideraban regulares. Respecto a su distribución geográfica destaca con mucho Andalucía con 30 logias, seguido de Canarias con 10 y los dos núcleos urbanos de Madrid y Barcelona con 13 logias en cada caso.

En 1880, tras varios años de problemas, se transformó en la Gran Logia Simbólica Independiente Española con sede en Sevilla, a la que se fueron incorporando gran parte de las logias que hasta entonces habían dependido del Grande Oriente Lusitano Unido.

Viniendo a las obediencias estrictamente españolas, a partir de 1869 proliferaron una gran variedad de orientes, creándose casi simultáneamente el menos tres altos cuerpos que se denominaron Grande Oriente Ibero, Grande Oriente de España y Grande Oriente Nacional de España.

El Grande Oriente Ibero tuvo una vida muy efímera e inestable de alianzas y divisiones. No pasó de ser un proyecto fracasado, pues, en 1873, cuatro años después de su fundación, contaba con solo cuatro logias.

El Grande Oriente de España [GODE]
Los orígenes del Grande Oriente de España, al igual que los de su más inmediato rival el Grande Oriente Nacional de España tampoco están suficientemente clarificados. El GODE proclamó el 21 de julio de 1870 como Gran Comendador y Gran Maestre a Manuel Ruiz Zorrilla, presidente del gobierno español, en sustitución del veterano Carlos Celestino Magnan y Clark.

La abdicación del rey Amadeo de Saboya y la proclamación de la primera República, el 11 de febrero de 1873, provocaron no sólo la salida al exilio del Gran Maestre del GODE, Manuel Ruiz Zorrilla, sino que influyeron fuertemente en la masonería acentuándose la división y la discordia. Ese mismo año de 1873 hubo una escisión dentro del Grande Oriente de España protagonizada por Juan Antonio Pérez, que constituyó su propio Gran Oriente.

El 1 de enero de 1874 Manuel Ruiz Zorrilla dimitió formalmente como Gran Maestre siendo elegido para sustituirle Juan de la Somera, quien tuvo que hacer frente a la crisis interna de la obediencia, derivada en parte de los propios acontecimientos políticos. El resultado fue que en diciembre de ese mismo año Juan de la Somera dio un decreto eliminando 35 logias que tuvieron que abatir columnas y entregar todos los sellos, documentos y demás objetos masónicos.

Como contrapartida, ese mismo año, Juan Utor, Gran Maestre del Grande Oriente Ibero se fusionó con el de España, iniciándose una nueva fase de prosperidad, que culminó el 7 de abril de 1876 al ser proclamado Gran Maestre del Oriente de España Práxedes Mateo Sagasta, jefe del partido liberal y presidente del gobierno.

Nuevamente las logias empezaron a crecer y el número de masones alcanzó cifras desconocidas en España. Sin embargo, Juan de la Somera creó por su cuenta un tercer Grande Oriente de España de escasa importancia que acabaría desapareciendo a su muerte en 1881.

El 10 de mayo de 1881 sustituyó a Sagasta en el cargo Antonio Romero Ortiz, ministro de Gracia y Justicia, quien el 30 de enero de ese año había ingresado en la Real Academia de la Historia como miembro de número. Al morir prematuramente cubrió su vacante Manuel Becerra, antiguo demócrata y ex-ministro, quien tomó posesión de su cargo de Gran Maestre el 21 de julio de 1884. Tras su dimisión en 1886 quedó el GODE sumido en el desorden y anarquía consumándose una nueva división: el GODE encabezado por el senador Rojo Arias que apenas tuvo cuatro años de efímera y pobre existencia; y el dirigido por el también senador y catedrático de Historia de la Universidad de Madrid, Miguel Morayta, quien tras un intento de fusión en 1888 con el Grande Oriente Nacional de España del vizconde de Ros, acabaría constituyendo en 1889 el Grande Oriente Español. De esta forma con apenas un año de diferencia desaparecen las dos ramas del Grande Oriente de España, y con ellas se puede asegurar que el GODE desapareció definitivamente de la historia de la masonería española a finales del siglo XIX, ya que la otra escisión del GODE, provocada unos años antes por Juan Antonio Pérez que creó una obediencia autotitulada Grande Oriente Legal y Regular de España, también desapareció en 1891. A pesar de que se llegó a autoadjudicar 136 logias simbólicas, de momento tan sólo han sido localizadas 77 logias de las que 18 se situaban en Cuba y tres en Filipinas.

En síntesis, se puede decir que el GODE, entre 1869 y 1889, aunque tuvo un tronco común, conoció diversas escisiones que, a excepción de la protagonizada por Pérez, apenas tuvieron mayor importancia, especialmente las de Somera y Rojo. En estos veinte años, el GODE oficial llegó a tener al menos 496 logias según el número correlativo del libro de Registros. De ellas 330 situadas en España y norte de Africa, y 106 en Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Lisboa.

Grande Oriente Nacional de España [GONE]
La siguiente gran obediencia en importancia numérica de logias fue el Grande Oriente Nacional de España. Del primitivo GONE fundado en Lisboa en 1838 se pierden las noticias en 1841; algunos le hacen llegar hasta 1848. Parece ser que en 1865 hay intentos de resucitarlo, si nos fiamos de lo que veinte y treinta años después afirman algunos articulistas en su Boletín Oficial. En lo que sí hay unanimidad es que su primer Gran Maestre ad vitam Ramón Mª Calatrava, dio una organización bastante centralizada o piramidal, donde el poder se ejercía de arriba a abajo y en la que los cargos de Gran Maestre y Gran Comendador estuvieron siempre unidos en la misma persona: primero en Ramón Mª Calatrava (hasta 1876); después de muerto éste, en el marqués de Seoane (1876-1887); y, por último, y también tras la muerte de Seoane, en José Mª Pantoja (1887-1896).

A la muerte de Calatrava, en 1876, estaban registradas 112 logias. Durante las Grandes Maestrías del marqués de Seoane y de José Mª Pantoja siguió aumentando el número de logias hasta un total de 331, a finales de 1895. Los años de mayor implantación fueron los inmediatos a la revolución de 1868. Y por lo que respecta a la distribución geográfica, frente a 242 logias metropolitanas, hay 82 en las colonias y otros países, a saber: 42 en Cuba, 19 en Puerto Rico, 2 en Filipinas, 3 en Tánger, 1 en Argelia, 3 en Argentina, 11 en Portugal, y una en Inglaterra.

Grande Oriente Nacional de España [ROS] Gran Oriente Ibérico [GOI]
También el GONE tuvo su escisión a la muerte del marqués de Seoane, el 31 de enero de 1887, protagonizada por el vizconde de Ros que constituyó un nuevo GONE de carácter más democrático facilitando la creación de Grandes Logias Regionales. Podemos establecer cuatro etapas en esta nueva obediencia: la primera que va hasta abril de 1888, de la que no existe listado oficial de logias que le fueran fieles, y que coincide con el período constituyente de redacción de una nueva Constitución y la creación de Grandes Logias Simbólicas Regionales.

Entre estas Grandes Logias Regionales destaca la de Castilla la Nueva, cuya instalación tuvo lugar el 11 de octubre de 1887, y que estaba compuesta de 17 logias, todas ellas de Madrid capital.

La segunda fase, de efímera unión con el Grande Oriente de España de Morayta, abarca sólo de abril a octubre de 1888, fecha en la que nuevamente se separaron el vizconde de Ros quien siguió con su propio GONE [Ros], y Miguel Morayta quien a comienzos de 1889 constituiría el Grande Oriente Español. La tercera fase en la que ya se consagra la escisión va desde finales de 1888 hasta 1893 en que cambiaría de nombre la obediencia. Finalmente la cuarta fase corresponde desde el 1.° de abril de 1893 hasta su desaparición en 1896. En esta última fase, tras una reforma constitucional el GONE [Ros] pasó a designarse Grande Oriente Ibérico, si bien tanto el listado de logias, como la Gaceta Oficial conservaron la misma numeración. Esta obediencia solamente tuvo dos Grandes Maestres: el vizconde de Ros, su fundador, y a partir de 1892 Francisco Rispá y Perpiñá.

Las logias de que hay constancia constituyeron esta obediencia masónica llamada primero GONE [Ros] y después GOI, fueron hasta el 1.° de febrero de 1889 un total de 54. En agosto del mismo año ya superaban las 60 y a mediados de septiembre de 1892 llegaban al centenar. Al transformarse en GOI siguieron aumentando y tenemos noticias algo dispersas, y a veces contradictorias, que nos permiten reconstruir, con algunos vacíos, un listado que llega hasta el n.° 129.

Respecto a la distribución geográfica nos encontramos con la tónica ya habitual en las demás obediencias. Andalucía alberga a 44 logias, de las que 20 corresponden a Cádiz y su provincia, y 10 a Málaga capital. Madrid con 22 logias, y Barcelona con 10 son los núcleos urbanos que siguen en importancia.

Grande Oriente Español [GOE]
Como se puede apreciar las disensiones crecían sin cesar entre los masones, y la masonería española estaba en plena anarquía. Miguel Morayta emprendió, no sin dificultad, la tarea de reunir a todos los masones en el seno de una única organización. De esta forma tuvo lugar, el 4 de abril de 1888, la fusión del GONE de Ros con los disgregados elementos del GODE.

El resultado fue la creación de un nuevo centro que había de llamarse Grande Oriente Nacional de España. Con motivo de las elecciones para Gran Comendador, que tuvieron que repetirse varias veces por falseamiento de las actas, hubo nuevas escisiones. Finalmente la gran mayoría de las logias se adhirieron el electo Miguel Morayta, y el 9 de enero de 1889 constituyen un nuevo cuerpo que adoptó definitivamente, el 21 de mayo del mismo año, el título de Gran Oriente Español, siendo proclamado Morayta como Gran Maestre.

Esta obediencia, de carácter centralista, estaba formada por un Gran Consejo Central, con sede en Madrid, del que dependía el filosofismo, y de una Gran Logia, también en Madrid, de la que dependía el simbolismo.

Bajo la dirección de Miguel Morayta, catedrático de Historia de España de la Universidad Central de Madrid, el GOE alcanzó un gran desarrollo. El primer listado oficial de logias data del 7 de octubre de 1890 y consta ya de 112 logias, 4 logias de adopción y 21 triángulos. Para entonces, con apenas un año de vida del Grande Oriente, ya figuran 19 logias desaparecidas o en sueños.

A raíz de los problemas independentistas de Filipinas, el GOE vio interrumpidos sus trabajos el 21 de agosto de 1896, cuando el Gobernador Civil de Madrid, acompañado de veinte jefes, delegados, guardias de Orden Público y polizontes de la secreta secuestró los archivos del GOE y de la Asociación Hispano Filipina que tenían la misma sede. Inmediatamente se inició la detención de varios responsables de la masonería que posteriormente serían procesados.

El resultado fue la práctica desaparición del GOE hasta el año 1900 que con motivo del Congreso Masónico Internacional de París decidió reanudar la vida oficial. Para entonces el registro de logias alcanzaba ya el número 248, de ellas 73 de estas logias tenían su sede fuera de España: 22 en Filipinas, 20 en Cuba, 10 en Puerto Rico, 8 en Marruecos, 10 en Estados Unidos y 3 en Argentina. A destacar no sólo la implantación en EE.UU. y Marruecos, sino, sobre todo, en Filipinas por las consecuencias políticas que tuvo la independencia del archipiélago y las acusaciones formuladas en su día, especialmente contra Miguel Morayta, Gran Maestre del GOE.

Gran Logia Simbólica Española de Memphis y Mizraim [GLSE]
El 21 de marzo de 1889 y al amparo de las leyes españolas se constituía y legalizaba la Soberana Gran Logia Simbólica Española de Memphis y Mizraim, cuerpo masónico era autónomo y soberano, pero que estableció un tratado de amistad y solidaridad, con el Soberano Gran Consejo General Ibérico, derivación y asimilación del antiguo y primitivo rito oriental de Memphis y Mizraim, fundado en Madrid el 8 de febrero de 1887, y constituido, una vez abonados los derechos de Patente a Nápoles el 10 de enero de 1889. Entre 1889 y 1898 alcanzaron la cifra de 198 logias, de las que 54 estaban situadas fuera de España: 18 en EE.UU., 17 en Cuba, 4 en Puerto Rico y otras tantas en México y Argentina, dos en Tánger y el resto en lugares tan dispares como Manila, Berlín, Budapest, Montreal y Lisboa.
BREVE HISTORIA DE LA MASONERÍA ESPAÑOLA - PARTE 1

El inicio de la masonería en España, parece que históricamente está reconocido en Febrero del año 1728 con la fundación de la logia “Las 3 flores de Lys” (o popularmente conocida como “La matritense”) por parte del Duque de Wharton y un reducido grupo de ingleses, con el número 50, reconocida así por la Gran Logia de Inglaterra, siendo la siguiente logia registrada la número 51 la de Gibraltar, llamada “Logia de San Juan de Jerusalén”. Queda el honor de ser la primera logia registrada de fuera del territorio de Inglaterra.

De este período queda en el imaginario español la duda acerca de sí el Conde de Aranda fue masón o no, o incluso si ha sido el primer gran maestre, de lo cual no hay constancia documental alguna. En cambio, si queda constancia de que la matritense se borró del listado oficial en 1768 junto con otras 17 logias extranjeras que no funcionaban durante varios años.

La siguiente referencia documental probada es la constitución de una logia en el año 1772 formada íntegramente por holandeses y dependiente de una logia de Gante. Hay que recordar que tanto la Inquisición desde 1738, como la autoridad real desde 1751 (Carlos III), prohibieron y condenaron la masonería, y no permitieron su desarrollo en España en el siglo XVIII. Unos años antes, hacia 1755, hay constancia de que en Cádiz un grupo de franceses e ingleses, tuvieron varias reuniones masónicas antes de ser delatados a la Inquisición. Otro tanto se sabe de Barcelona, donde algunos militares franceses e ingleses, por los años 1750-51, también tuvieron algunos encuentros e incluso iniciaciones en la Hostería de la Fonda, y en una casa de la plaza de San Francisco. Reuniones masónicas que en ninguno de los casos llegaron a la constitución de logias regulares adscritas a alguna de las Grandes Logias del extranjero.

Benito Pérez Galdós, en su novela “El grande Oriente” de 1876, perteneciente a los Episodios Nacionales, se manifiesta de un modo tajante: “<>”

Esta afirmación de Pérez Galdós nos lleva a la época de la masonería bonapartista, a partir de 1808. Esta masonería es doble; de una parte estaba la integrada por las logias llamadas tradicionalmente de afrancesados (cuyos principales núcleos fueron las madrileñas logias de Beneficencia de Josefina, Santa Julia, San José, Napoleón el grande, Filadelfos y Estrella de Napoleón, que constituyeron su propia Gran Logia Nacional de España) y de otra, una serie de logias más propiamente bonapartistas por cuanto dependían directamente del Gran Oriente de Francia se encontraban no solamente en Madrid, sino en Barcelona, Figueras, Gerona, San Sebastián, Vitoria, Santoña, Zaragoza, Cádiz, Santander, Santa Cruz de Tenerife, Sevilla y Talavera de la Reina.

La composición de ambos grupos es distinta, en el primero la mayoría de los que la integran son españoles, en tanto que en segundo sus integrantes son en su casi totalidad franceses. Esta masonería bonapartista en España tiene gran importancia, pues se trata por primera vez en nuestro país de la implantación de la masonería de una forma sistemática y en condiciones favorables, sin interferencias ni prohibiciones, bien sea del Gobierno o de la Inquisición.

El hecho de que el propio rey José Bonaparte la favoreciera y ostentara el cargo de Gran Maestre explica cierta afluencia de españoles más ligados con el gobierno del rey "intruso". Las logias dependientes del GOdF desaparecieron prácticamente al marchar los franceses.

Tras la marcha de Napoleón y de las logias francesas o de afrancesados, vuelve al trono Fernando VII, que nada más pisar suelo español promulga su Real Decreto de 24 de mayo de 1814 prohibiendo las asociaciones clandestinas. Poco después, el 2 de enero de 1815, el Inquisidor General, Francisco Mier y Campillo, publicaba un Edicto de prohibición y condena de la masonería, copia del dado por el cardenal Consalvi, el 15 de agosto de 1814, para los Estados Pontificios.

Al implantar Fernando VII la década absolutista se abolieron la mayor parte de las disposiciones liberales, con lo que se inicia una dura represión de la masonería, siendo no menos de catorce los decretos y prohibiciones de la masonería hechos por Fernando VII, con lo que la legislación antimasónica en este reinado fue quizá la más dura y prolongada de la historia de España, exceptuando la dictadura de Franco.

Con la muerte de Fernando VII en 1833 parece ser que aflojó algún tanto la persecución de la masonería, sin que ésta dejara de ser, sin embargo, una sociedad secreta, y por lo tanto, oficialmente prohibida. En este sentido, el 26 de abril de 1834, la Reina Gobernadora, dio en Aranjuez un Real Decreto amnistiando a los masones y facultándoles el acceso a los cargos públicos, condenando, sin embargo, a quienes siguieran perteneciendo a sectas secretas después de esa fecha. No obstante se suele señalar esta época como el momento de la fusión de un supuesto Grande Oriente Nacional de España con otro igualmente supuesto Grande Oriente de España, siendo designado como Gran Maestre y Gran Comendador el infante de España, don Francisco de Paula Borbón.

Tras esta aparente amnistía, se siguió una política de persecución y prohibición que hizo muy difícil la vida masónica en España. Razón por la que la única tentativa que se conoce de reorganización de la masonería española se hizo desde el extranjero, en 1838 cuando Pedro de Lázaro y Martín, simbólico Padilla, funda en Lisboa un Grande Oriente Nacional de España, del que se conocen al menos tres logias de su dependencia, en Granada, Barcelona y Bilbao, así como un intento de abrir otra en Vitoria.

A partir de este momento empieza un período confuso en el que hay constancia de la existencia de una serie de logias, especialmente en Barcelona, Cádiz y Gijón. La mayor parte de ellas dependían de obediencias masónicas extranjeras, como las logias San Juan de España y La Sagesse, de Barcelona, y Los Amigos de la Naturaleza y la Humanidad de Gijón auspiciadas por el GOdF; La Verdadera Iniciación, de Barcelona, por el Grande Oriente de Uruguay; El Faro del Progreso de Barcelona, por el Grande Oriente Lusitano; y la Moralidad y Filantropía de Cádiz, por la Gran Logia Unida de Inglaterra.

De estas se hizo la más famosa la San Juan de España, de Gracia (Barcelona), pues fue denunciada a la policía siendo sorprendida el 18 de abril de 1853. Todos sus miembros fueron presos y posteriormente juzgados. Considerando que la logia de Gracia era una Sociedad Secreta no autorizada por las leyes españolas, fueron condenados, el Venerable de la logia a siete años de prisión mayor, y los once restantes a cuatro años de igual prisión. Todos los condenados serían indultados algún tiempo después por la reina Isabel II.

En el año 1868 tras la revolución de septiembre y la caída y expulsión de los Borbones, se alcanzan una serie de libertades, como la de reunión y de expresión que llevaron a una profunda transformación social. La masonería española cesó de ser perseguida, sin embargo, se manifestaron rápidamente los protagonismos personales y la falta de unidad, constituyéndose muy pronto, cinco grupos u obediencias distintas; a saber: el formado por las logias que dependían del Grande Oriente Lusitano Unido; el de los masones que se agruparon en torno a Ramón Mª Calatrava como Gran Maestre del titulado Grande Oriente Nacional de España; el compuesto los masones que fundaron un Gran Oriente de España, eligiendo para Gran Maestre al acaudalado comerciante Carlos C. Magnan y Clark.

En Sevilla, pocos años después, se agruparon algunas logias antes dependientes de Lisboa, constituyendo una Gran Logia Independiente Española. Mientras tanto en Barcelona se intentaba la unión de las logias de Cataluña creando un cuerpo intermedio intitulado Gran Capítulo Catalán.

En otras partes se formaron pequeños grupos disidentes o independientes y se resucitaron algunas logias francesas en Gijón, Barcelona y Cartagena, que tras depender del GOdF se fueron integrando en las diversas obediencias españolas.

29 de abril de 2006

Ley de Represión de la masonería y del comunismo:

Ley 1 de marzo de 1.940 (B.O.E. nº 12.667) para la Represión delComunismo y la Masonería.

El 1 de octubre de 1936, el General Franco asume todos los poderes del Estado, anulando cualquier atisbo de derecho democrático de la ciudadanía española, primero en la llamada zona nacional controlada por el y tras el final de la guerra civil en 1 de abril de 1939, en todo el territorio español.

A la Ley de Responsabilidades políticas de febrero de 1939 le sucedió la Ley de Represión de la Masonería y Comunismo y, más tarde, la Ley de Seguridad del Estado. Los juicios eran sumarísimos y secretos, sin posibilidad de defensa para los inculpados. Por el interés histórico para el pueblo masónico español sobre el que se aplicó esta legislación se reproduce el Decreto 2º del 30 de marzo de 1940, Presidencia, B.O.E. 12.688, 3 de abril que desarrolla la aplicación de la Ley del 1 de marzo de 1940.

Artº 1
Todo español o extranjero residente en España que antes del día 2 de marzo de 1940 haya ingresado en la Masonería está obligado a formular ante el Gobierno una declaración-retractación comprensivas de los siguientes extremos:
1. Nombre, apellidos, estado civil, vecindad, domicilio y profesión del interesado, con expresión de la categoría, clase y empleo si se trata de militar o funcionario.
2. Cargos o destinos que desempeña en la actualidad en el Estado, corporaciones publicas u oficiales, entidades subvencionadas y empresas concesionarias, incluso en Consejos de Administración.
3. Declaración del lugar y la fecha en que ingresó en la Masonería y de la persona por quien fue iniciado.
4. Nombre simbólico que tuvo y grado que alcanzó.
5. Jefes o Grados superiores a los que está subordinado.
6. Talleres, logias o grupos a los que ha pertenecido
7. Sesiones o reuniones a que ha asistido con expresión especial de las asambleas ordinarias o extraordinarias, nacionales o internacionales.
8. Cargos o comisiones que ha desempeñado en la secta
9. Razones que tuvo para ingresar
10. Información o datos interesantes sobre actividades de la secta, sobre jefes o compañeros en ella del declarante y sobre extremos que puedan servir con eficacia a la represión de la Masonería.
11. Si el declarante ha dejado de pertenecer a la secta; desde que fecha, en virtud de acto, por resolución, porque motivo, forma que revistió y cuantas circunstancias crea pertinentes en relación con la baja , separación o apartamiento.
12. Si concurre en el interesado alguna de las circunstancias de articulo 10 de la Ley (haber servido como voluntario de los frentes de guerra defendiendo la Causa Nacional, la conducta ejemplar en todos los momentos etc.)
13. Declaración de si por cualquier jurisdicción ha sido objeto de sanción y de que clase y cuantía por su condición de masón.
14. Retractación explicita del declarante por la que manifiesta que tiene rotos o rompe todos sus compromisos con la secta, abjurando de sus errores o ratificación, abjuración anterior.
15. Cuantas manifestaciones crea convenientes en relación con los extremos precedentes.
16. Juramento de que cuanto se contiene en la declaración-retratación es verdad y de que en ella no se ha omitido nada de lo que en la Ley de 1 de marzo de 1940 se dispone.
Artº 2
La obligación de presentar la declaración-retratación se extiende incluso a los que con anterioridad al 18 de julio de 1936 hubiesen sido expulsados de la Masonería, dados de baja o hubiesen roto explícitamente con ella.
Artº 3
El plazo de 2 meses para la prestación de la declaración-retartación comenzará a contarse a partir del día siguiente a la publicación de esta Orden en el Boletín Oficial del estado.
Artº 4
La declaración-retratación habrá de presentarse: Por los militares profesionales en activo, reserva o cualquiera que sea su situación, ante el General Jefe de la Región Militar, Comandancia General o Jefe Superior de las Fuerzas Militares en Marruecos en su caso, si se trata de Ejercito de Tierra; ante el Comandante General del Departamento Marítimo y Almirante de la Escuadra si se trata del Ejercito de Mar; ante el correspondiente Jefe de la Región o Zona Aérea si se trata del Ejercito del Aire; y ante el Director General si se trata de la Guardia Civil o Carabineros. En caso de tratarse de personal con destino en la Administración Central se hará ante las Secretarias Generales de los distintos departamentos.
Esta Ley, que ocupa las paginas 1.448 a 1454 del Boletín Oficial del Estado num. 12.688, se extiende detalladamente en medidas coercitivas del máximo rigor sin ninguna contrapartida de garantía para el encausado.
Hay una Orden Circular dentro de las diversas provenidas para cumplimentar el texto y ejecución de Ley, siempre emanadas desde el Ministerio de la Presidencia, y que lleva el nº de orden 12.674, emitida el 28 de abril de 1941 y publicada en el B.O.E. de 29 de abril de dicho año. Determina el paradero de todo el material incautado a la Institución o a sus miembros.
“ Se dispone que todos los documentos y ficheros de carácter masónico que obren en poder de Organismo oficiales y de personas particulares sean remitidos al Archivo de dicho Tribunal (-Tribunal de Represión del Comunismo y la Masonería-) que se encuentra instalado en Salamanca donde quedaran depositados.”